La gestión sostenible del alcornocal como herramienta de prevención de incendios forestales

La gran proliferación de incendios forestales que se está produciendo este verano tanto en Cataluña como en todo el país ponen en evidencia, de nuevo, que la mejor herramienta que tenemos para extinguir los fuegos es la prevención; es decir, la gestión forestal.
En el caso de los alcornocales, en Cataluña los encontramos en el Empordà, Les Gavarres, Montseny-Guilleries y Montnegre-Corredor, zonas que durante este mes de julio se han encontrado en riesgo moderado, alto o muy alto de incendios según indica Protección Civil de la Generalitat y que por tanto es necesario proteger.
En este sentido, la gestión silvícola es esencial no sólo para mantener su potencial productivo, sino también para disminuir la masa vegetal del bosque y, por tanto, sacar combustible en caso de incendio. Un alcornocal puesta en producción requiere un mantenimiento para optimizar su productividad:
– Hacer un desbroce de matorrales un año antes de la saca.
– Realizar una corta selectiva entre uno y dos años después de la saca.
– Proceder a rayar el corcho (proceso que facilita su extracción) entre tres y cuatro años después de la saca.
– Hacer un desbroce opcional siete años después de la saca y un desbroce de matorrales trece años después de la saca, cuando quede sólo un año para hacer una nueva extracción de corcho.
Esta serie de tareas son un ejemplo de cómo la saca del corcho, así como el resto de actividades de dinamización económica que se llevan a cabo en los alcornocales, contribuyen a la extinción de incendios, pues la ausencia del combustible que representa el sotobosque dificulta la propagación de las llamas y el mantenimiento de caminos facilita el paso de los Bomberos y de los medios de extinción cuando hay un fuego.
El corcho, resistente y resiliente
El alcornoque es en sí mismo un aliado de valor para detener los incendios, ya que el corcho es un cortafuego natural porque es un material con muy baja conductividad que actúa como aislante térmico. Según afirmaba la doctora Patrícia Jové, responsable de I+D+i de la Fundación Instituto Catalán del Corcho en este artículo: “el alcornoque se considera una especie altamente resistente al fuego debido a las propiedades aislantes de la corteza y está demostrado que los efectos de un incendio observan como máximo en las capas más externas de 1-2 mm. Tras el incendio, se mantiene la capacidad de rebrote del tallo y la copa.”
Los alcornocales gestionados concentran el combustible en las copas, tienen un sotobosque bastante escaso y una estructura forestal con discontinuidad vertical, lo que dificulta el paso de los incendios a las copas y reducen su propagación e intensidad.
La resiliencia de un alcornocal bien gestionado también es significativa. De hecho, en caso de incendio, se estima que el porcentaje de supervivencia de un alcornoque que ha vivido un incendio es del 70% (“Regeneración en alcornocales incendiados”, proyecto SUBERVIN).
A finales de 2021, el Departamento de Acción Climática de la Generalitat establecía entre sus objetivos crear paisajes más resistentes al fuego como medida contra incendios. Con sus propiedades aislantes y su alta tasa de supervivencia el alcornoque es pues un gran aliado contra los incendios. Su gestión, integrada en un paisaje agroforestal de mosaico junto con viñedos y cultivos, puede ser la clave para que no crezca el volumen y la magnitud de los incendios en nuestro país.